España cierra el primer trimestre
del 2014 con un esperanzador crecimiento interanual del 0,5%, después de muchos
años de aciaga caída, y por ello hay que alegrarse, pero lejos de la media comunitaria (1,4%) y más aún del crecimiento de países como Alemania, Reino
Unido o USA.
Un crecimiento
es siempre positivo a pesar de que siendo tan nimio sea muy sensible a la
evolución de cualquiera de los sectores y variables económicas, pero a pesar de
todo implica que estamos dejando la crisis atrás y que enfilamos una nueva
etapa. La pregunta ante este arranque es si la senda que iniciamos es la
correcta y permite la sostenibilidad a largo plazo.
Uno de los motores fundamentales
y que ha cimentado la idea de haber cambiado el modelo productivo es el sector
exterior y en concreto las exportaciones. Las exportaciones siguen creciendo un
8% más que en el primer trimestre del año anterior, pero menos que el pasado
(0,4%), debido principalmente a la debilidad en la demanda de los países emergentes
y la continua apreciación del euro. La importaciones que durante todos estos
años presentaban una tendencia negativa, en cambio empiezan a crecer a un ritmo
muy superior de las exportaciones, con
lo que en conjunto el sector exterior vuelve a ser negativo.
La demanda nacional a poco que se
despereza empieza a empujar las importaciones con lo que volvemos a los
parámetros previos a la crisis y lo que nos permite preguntarnos si realmente
hemos cambiado el sistema productivo: el crecimiento parece ser incompatible
con balanzas positivas lo que supone un mayor endeudamiento de nuestra
economía.
La demanda interna parece que se
recupera, fruto del consumo que crece un 1% interanual principalmente gracias
al consumo privado, aunque la aportación del sector público(que se ha recortado
en este trimestre) es tan importante que si excluimos esta partida el PIB
habría caído un 0,4%. De hecho este tirón
del consumo privado tiene su razón principal en el endeudamiento de las
familias ya que la renta de los hogares no ha crecido en este periodo.
La inversión e cambio sí ha
crecido a pesar de mantener tasas negativas como consecuencia de la caída libre
de la construcción pero nos permite avanzar cierta confianza frente al futuro
¿Qué podemos extraer de los datos
del primer trimestre?, pues que hemos pasado lo peor, desde luego pero que
lejos de asegurar encontrarnos en un ciclo alcista, la recuperación es tan
débil y poco consistente, y que cualquier variación significativa en los
componentes del ciclo revertirán en tasas negativas del PIB.