En la anterior entrada hablamos de la imperiosa necesidad del compromiso del colectivo judicial, como el pilar básico para la recuperación económica, no hacían falta grandes inversiones públicas, ni leyes, ni reformas o recortes, basta que se aplicasen las leyes. Y hablábamos así, en general, en abstracto, hoy en cambio lo hago en concreto como en todo León -los bares, tiendas, en la calle- de la corrupción, y es que ya no es un fenómeno indefinido que se asocia a las grandes ciudades, nombres estranbóticos, altos políticos y empresarios. Desde ayer nos hizo suyo a todos y colocó otra vez a esta provincia dentro de las noticias luctuosas de todos los noticiarios. No quiero, ni mucho menos saltarme el principio sacrosanto de la presunción de inocencia y por ello aquí dejo esta línea argumental para hablar de los hombres buenos, cabe preguntarse si llegado el caso todos seríamos corruptos.