
Aunque puede sonar a locura, el objetivo que hemos de plantearnos cuando se aborda el problema energético es por un lado la sostenibilidad y por otro el abastecimiento. Sobre medioambiente y sotenibilidad hablaremos en otra entrada, ahora nos centraremos en la segunda parte. Casi el 80% del consumo de energía, en concreto el 77% proviene de fuera de España, por lo que nuestra dependencia es casi absoluta, mucho mayor que la de nuestros competidores, por lo que nuestra economía es especialmente sensible a las variaciones en los precios. No debe sorprender que el IPC haya alcanzado el 3,6%, cuando los costes salariales caen en picado, este esfuerzo de ajuste salarial que se está produciendo en nuestras empresas no puede traducirse en una mayor competitividad, con lo que no dejan de ser valdíos y de nula eficacia.
El consumo de energía en nuestro país (2009) es el siguiente: el 33,2% se consume en industria, el 38,8% en transporte y el 28% restante en usos diversos. Esa energía proviene principalmente del petróleo (56,6%) y del gas (15,5), el resto de la electricidad -21,3%-, las renovables -4,9%-y del carbón 1,5%.
El principal problema es que las dos fuentes principales de abastecimiento petróleo y gas provienen de países poco estables políticamente; en el caso del petróleo de Rusia, Irán, Arabia Saudí, México, Nigeria o Libia.
El objetivo es la búsqueda de medidas que permitan eliminar o reducir ese nivel de dependencia exterior, proporcionando una estabilidad en nuestro modelo productivo, sea el que sea. Si ese es el objetivo desde luego podemos concluir que las medidas previstas por el gobierno no son las apropiadas, baste un dato del consumo de petróleo sólo el 52,7% se destina al tráfico y otro dato nuestros ayuntamientos gastan en alumbrado público 115 kwh/año por habitante, en Alemania es de 50, en Francia de 78 y en GB de 40, todos ellos con bastantes menos horas de luz al día y menos aún Suecia que gasta 110.
Desde luego camino hay para hacer jornada.
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