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miércoles, 28 de septiembre de 2011

TRANSFORMANDO LA EVALUACIÓN EN MOTIVACIÓN (2ª parte)



Para mí, la verdadera definición de excelencia es que un trabajador o una empresa quieran y consigan ser hoy un poco mejor que ayer. ¿Cómo podemos conseguir esto?
La palabra crisis en chino tiene dos acepciones: riesgo y oportunidad; sin embargo, esta dualidad no debe ser útil sólo para los chinos, sino para el resto del mundo.
Hagamos que para nuestra empresa esta crisis sea realmente una oportunidad, aprovechemos la inseguridad de nuestros trabajadores para hacer algo que muy pocas veces hacemos: hablemos directamente con nuestros trabajadores, uno a uno, quitémosles el miedo personalmente y aprovechemos para motivarles, para desarrollarles y lograr una mejora importante, no sólo en su seguridad sino también en la confianza y desarrollo de la empresa.
Aprovechemos para acercar nuestra empresa a la verdadera excelencia, a la calidad que no se compra con un sello, a la calidad que se consigue desarrollando trabajadores excelentes que es la única manera de crear una empresa excelente.
El empresario debe contestar en estos momentos a preguntas como las siguientes: ¿cómo puedo aprovechar esta crisis para que en vez de ser un riesgo se convierta en una oportunidad? ¿Cómo hago llegar a mis empleados este mensaje, que no sea sólo esperanzador sino que además les motive, les haga confiar en la empresa y les permita sentir que saldremos fortalecidos de la crisis? ¿Cómo puedo hacerles llegar a cada uno de ellos ese mensaje, que sea y suene convincente?
Esta crisis debe cambiar muchos significados, está claro que el sistema laboral y profesional que estábamos aplicando hasta ahora no es válido, no estábamos haciendo las cosas bien, de otro modo, no habría llegado esta crisis tan profunda.
Desde mi punto de vista, existe una herramienta que nos puede resolver estas cuestiones, es un instrumento fundamental que ya existe, no es algo nuevo ni en la empresa ni en la sociedad, pero que se está utilizando de forma errónea, una herramienta que es básica para potenciar a la gente en cualquier organización o situación y que sin embargo, dado su mal uso, consigue justamente lo contrario a potenciar: desmotiva hasta tal punto que se la teme.
Esta herramienta es la EVALUACIÓN. Seguro que usted al ver esta palabra ya ha sentido un respingo, algo que le hace pensar que la evaluación es un concepto que no le gusta. No me extraña, hemos venido utilizándola de manera negativa, de forma totalmente errónea durante demasiado tiempo.
A mí, la palabra EVALUACIÓN me trae inmediatamente asociada otra palabra: VALORACIÓN. Sí, ya sé que, por desgracia, desde pequeños en los sistemas educativos asociamos la evaluación como un peligro, nos trae miedo, van a ver lo que hacemos mal, lo que no sabemos…, cuando debería ser al contrario, la evaluación debería representar la felicitación, el reconocimiento, el agradecimiento, la alegría de poder demostrar que sabemos más cosas cada día.
No es que la herramienta de la evaluación sea mala en sí, sino que hemos hecho un mal uso y por ello las personas la tememos.
Volvamos a la idea de reunirnos con nuestro personal aprovechando la “buena crisis”, fijándonos en la oportunidad, en la opción de cambiar las cosas que no hemos hecho bien.
Actualmente en nuestra empresa tenemos tres tipos de trabajadores en función de su productividad. Para referirme a ello utilizaré el criterio que me descubrió un gran conocedor del mundo empresarial, nunca mejor dicho lo de mundo pues esta persona ha trabajado como asesor en las empresas más importantes de todo el mundo, desde Estados Unidos, Emiratos Árabes, Europa, África, etc. Su nombre, Antonio Ramírez, e imparte un taller magnífico desde mi punto de vista, que se llama 1daymba. Te pongo una web donde puedes ver su programa.
http://www.acambiode.com/empresa/1-day-mba_446231
Según este criterio, existen tres tipos de trabajadores en la actualidad:
Los mejores
Los buenos (“HACEN UN TRABAJO BUENO PERO NO EXCELENTE COMO EXIGE EL MERCADO”)
Los baratos
Lo primero que deberíamos hacer en nuestra empresa es clasificar a nuestros trabajadores en función de su productividad siguiendo este criterio. Después les haremos la evaluación en función de su clasificación.
¿Es difícil? No, es simplemente hacer un planteamiento sencillo pero debe estar basado en la filosofía: “quiero potenciar y ayudar a mi gente a ser mejores cada día, quiero trabajadores excelentes y para conseguirlo, ellos deben querer ser mejores”.
Debo indicar que, desde mi punto de vista, ser excelente es: “querer ser mañana mejor que hoy”. Con este criterio podremos hacer una buena y correcta evaluación para todos los trabajadores.
Pues aprovechemos nuestra reunión para hacerles saber quiénes son, pero siempre con la visión de buscar una mejora, sobre todo a los últimos, evaluemos de una forma correcta a nuestros trabajadores y consigamos no sólo quitarles el miedo sino también potenciarles y hacerles querer ser mejores.



Javier F. Higarza



Formador

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