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miércoles, 25 de abril de 2012

El péndulo de Foucault

No he leído esta novela de D. Umberto Eco afamado autor del Nombre de la Rosa, la cual como una gran mayoría en cambio si leí -hago desde este momento promesa firme de leer esta otra-, por lo tanto no sé si su trama o contenido, pudiera encajar o no en esta reflexión que inicio; al menos su título sí se presta a mis razonamientos.

Keynes, para mí malhallado economísta, por lo que su obra ha tenido que aguantar de la caterva de iluminados que en la actualidad se empecinan en leerlo y releerlo,
consideraba que el nivel de empleo dependía de la demanda de un país, de manera que el paro respondía a una falta de demanda que suponía la existencia de recursos ociosos, no necesarios para alcanzar esa producción.

De esta manera si se consigue incrementar de alguna modo la demanda de un país, se puede eliminar el desempleo - si bien es cierto que no en su totalidad-,al menos sí en su parte más significativa. La disyuntíva que se presentaba tras la crisis del 29 era cavar fosos o fosas: he aquí el dilema. Los americanos se decantaron por lo primero, los alemanes por lo segundo. Ambos alcanzaron el mismo objetivo: reducir la tasa de desempleo al mínimo, a cambio -todo tiene una contrapartdia en economía- el deficit público se disparó, los países se endeudaron  de tal manera que la única solución al conflicto se saldó con más de cuarenta millones de muertos en una guerra mundial.

Porque como dijimos arriba se puede atacar el paro en una parte, con políticas demanda (gastando), pero otra, al menos a largo plazo, dependerá de un elemento fundamental del sistema: las expectativas, conjunto de variable inmateriales que fijan un nivel de confianza en la economía. Y así  el endudamiento sin control de un país no crea un nivel de confianza suficiente para invertir y a la larga paro y más paro o la guerra como fue el caso.

La Historia se repite una y otra vez, la estupidez humana, también. Y como las políticas de demanda no funcionan, se eliminan. No quiero repasar todas las crisis económicas a lo largo del siglo pasado y principios de este, ni tengo espacio, ni capacidad, pero en la actual, y  la actitud que están tomando los países de la UE, España a la cabeza, demuestran esta conduzcta: políticas de demanda a casco porro (planes E, ayudas, subvenciones, ...), para acabar con un recorte generalizado, con una proliferanción de políticas de oferta (jubilaciones, costes, impuestos,...) y que aguante el que pueda.

Y aquí entra parapintado lo del péndulo, como una imagen visual porque como ya dije no la he leído aún y no puedo llegar más que a su portada -tiempo al tiempo-. No hay nunca punto medio. Es cierto que las reformas son necesarias, que en la mayoría de los casos implican recortes y más esfuerzo para los mismos. Lo entiendo y lo comprendo, ha de ser así: pagan los de siempre, para qué cambiar. Pero porqué no se combinan con políticas de demanda que faciliten este vagar por el desierto y hagan más llevadera la carga.

Llegaremos al 4% o al 5% o al 3%, al que se quiera, estoy seguro, pero ¿cuántos llegarán? ¿Seis millones de parados?¿Siete? ¿Cuántas empresas quedarán por el camino? ¿Qué espectativas, y vuelvo a lo que se apuntó antes, van a generar nuevas inversiones con este panorama? La velocidad sin control no vale para nada, al menos en los neumáticos, pero yo creo que en casi todo está relacionado, hay un principio de causalidad directa o indirecita, porque si lo pensamos bien, la velocidad tiene mucho que ver con el tocino: ¿o no?

Quiero creer que puedo invertir en el futuro de este país, y a parte de las bases en forma de reformas necesito y lo necesito ya, algo que me eleve el nivel de confianza y fomente desarrollo empresarial y de creación de valor, porque hasta hoy nada de nada.

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