Los grupos de trabajo (networking) están de moda. Cada vez es más frecuente encontrarse con empresarios que participan en alguno de ellos pero muchas veces más con el objetivo cortoplacista de buscar un beneficio inmediato de los integrantes que con unas expectativas más ambiciosas y fructíferas a largo plazo donde la colaboración es imprescindible. Una colaboración que pasa por el favor y en este sentido hace poco leí una entrada que
recomiendo desde ahora: “Can I pay you to de me a favor?”, ¿Puedo pagarte por
hacerme un favor? Sería la traducción más o menos correcta, el autor Seht Godin,
un famoso bloguero, escritor y en general un tipo que merece la pena leer. http://sethgodin.typepad.com/seths_blog/2014/01/can-i-pay-you-to-do-me-a-favor.html
Opina que en grupos pequeños,
cerrados y multidisciplinares, el motor fundamental es la relación
interpersonal, la capacidad individual de sus componentes para interactuar por
el bien del otro en situación de igualdad y de compromiso, entonces el precio/dinero
no incrementaría la eficiencia del grupo
es más en muchos casos (si no la mayoría) tiende a corromperlo. Allí donde las
relaciones son fugaces o puntuales en cambio el precio sí es la herramienta
fundamental de intercambio.
En otro blog, que igualmente
recomiendo se apuesta por lo contrario, “When you freely offer to solve others’ problems without any consideration
to your own, you enter a risky path” y añade que cuando una persona hace
un favor deja de hacer otras que supone un coste de oportunidad de manera que se pregunta ¿porqué no habrían
de pagar por ello?. Cree que solamente porque se pueda hacer un favor a alguien no implica
que debiera hacerlo y termina apuntando que deberíamos tener un filtro que
permitiera crear un balance (activo y pasivo) de favores con cada persona
–seguramente todos tengamos cuentas de nuestros amigos o colegas donde
apuntamos un debe y un haber de favores-.
http://www.internothing.com/essay/helping-others-friend-ask-can-you-do-me-a-favor
A mí me parecen ambas
apreciaciones muy ciertas, hacer favores cansa, sobre todo si el otro no se
comporta recíprocamente, es entonces donde uno debe contabilizar los que hace y
los que le hacen e incluso donde debería establecerse un precio, más como
medida disuasoria que como remuneración del servicio, pero en un contexto de confianza
y de implicación, en un grupo cerrado quizá no sea la mejor opción, porque
provocará que el grupo se mueva únicamente por dinero y el precio y la amistad
suelen estar reñidos y tienden a desaparecer con el paso de los días.
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