¿Sabemos utilizar el correo electrónico adecuadamente? ¿Y en general las
nuevas tecnologías? ¿Cómo podíamos trabajar antes con el fax, la carta o la
llamada a la oficina o despacho en lugar de directamente a la persona con la que nos interesa hablar? El retorno al puesto de trabajo después de un fin de semana es desmoralizador, no sólo por la aridez del lunes, sino al ver en la bandeja de entrada la cantidad de correos a la espera de lectura, ahí están los 50 últimos en negrita, amenazantes con su información, como positivo hay que pensar que serían muchos más si hubiera sido puente, y 1000 en la incorporación de vacaciones.
Y de todos ellos ¿Cuántos
valen? Es decir, de esos ¿cuántos no se echan directamente a la papelera? El 60%,
el 70% o el 90%. Abusamos del correo. El correo electrónico tiene grandes
ventajas, todas las ventajas, pero también inconvenientes que sufrimos todos los días. Nos
permite un alto grado de inmediatez, de confirmación, de recibo, de facilidad de
envío, reduce los costes, etc. Y a mayor abundamiento nos confiere cierto anonimato que nos hace envalentonamos y dejar fluir la pluma en este caso las teclas (analógicas o digitales) con incierto resultado. ¿Cuántas veces al releer un email se pregunta uno cómo diablos -sustitúyase por otro improperio- pude
poner eso?). Pues lo pusiste y pasa de
ser un correo electrónico a uno eléctrico.
A veces las empresas mueren de éxito, de la misma manera esta herramienta de comunicación tan potente está amenazada de muerte. Estamos saturando los buzones de entrada, y sobre
todo estamos perdiendo ciertas habilidades sociales imprescindibles. Y esto
vale para los whatsApps, y similares. En cuanto llega un mensaje se para todo para ver quién
y qué pone, incluso se contesta independientemente de la situación en la que
nos encontremos y desgraciadamente no somos multitarea, o al menos no con gran
eficacia.
Pero volvamos al mensaje: analizando el mensaje oral y presencial, más del 60% de la información que
recibimos se hace al margen de mensaje, los gestos, el ambiente, la entonación,… Si es un mensaje telefónico supone el 20% de la información. Este plus informativo se pierde. Estudios sobre este aspecto señalan que se tarda de promedio cuatro veces más en intercambiar
información por correo electrónico que insitu. Algunas grandes multinacionales incluso lo
restringen cuando no lo prohíben directamente y tiene su lógica.
Estaremos enganchados a estas nuevas herramientas de comunicación, y en muchos casos a la vez descuidando las tradicionales y con ello en lugar de sumar sinergias eliminando las las ventajas que estas nos aportan y de las que adolecen aquellas.
Necesitamos abrir el correo al iniciar la jornada laboral o al finalizarla, tenemos que estar pendientes de las entradas a cualquier hora, no sea que haya pasado algo y no nos enteremos. Hemos de pensar en aplicar un mix operativo pensando en sumar ventajas: ¿Se podría contestar a un correo mediante otro medio que fuera más directo y personal? Y finalmente no se habrá saturado esta herramienta para convertirse en una limitación a la productividad?
No sé, yo de momento mandaré este comentario por email a ver qué pasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario