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martes, 26 de agosto de 2014

Autoempleo sin paracaidas

El autoempleo se está convirtiendo en una de las escasas salidas laborales que deja la crisis, a pesar de las inmensas dificultades y trabas que hay en España para el emprendimiento. Sin ir más lejos, León es la provincia de la Comunidad en la que más jóvenes se han convertido en autónomos, después de que el Gobierno aprobara la tarifa plana de 50 euros para los que se dan de alta por primera vez en este régimen. Casi 2.900 nuevos emprendedores leoneses se convirtieron en trabajadores por cuenta propia, un buen dato que, sin embargo, se ve empañado por la escasa supervivencia de ese autoempleo: muchos no resisten un año.

A falta de una estructura industrial sólida y de grandes empresas que ofrezcan alternativas laborales fiables, a los jóvenes leoneses y no tan jóvenes se les presentan dos alternativas: salir de León y de España en muchas ocasiones o lanzarse al vacío del autoempleo. ¿Quién no tiene en su propia familia ejemplos de ambos casos?


Muchos de los que optan por emprender y arrancan con un proyecto empresarial lo hacen gracias al instinto que nos hace buscar una salida, en ocasiones irracional, provocada por un optimismo ciego que hace surgir empresas y negocios sin tener una base fundamentada y se acepten nuevos retos sin poner en el otro lado de la balanza los riesgos que se asumen.

Lo dicen empresarios tan consolidados y exitosos como Jesús Encinar, un abulense fundador de Idealista.com, el mayor portal inmobiliario de España, al que le he oído decir que si se hubiera parado a analizar con detenimiento las ventajas e inconvenientes de su decisión de fundar esta empresa, si hubiera pensado lo que iba a sufrir y cuánto esfuerzo iba a tener que invertir, jamás lo hubiera hecho. Con esta reflexión no pretendo espantar a ningún emprendedor en ciernes, ni echar por tierra las ilusiones de personas que sacan adelante sus pequeños o grandes proyectos, sino tomar conciencia de que el autoempleo no es la salida más fácil, al menos en España, donde las trabas al emprendimiento lastran la competitividad de muchos proyectos frente a sus competidores.


Ahora mismo invertir en España es arriesgado, no sólo porque el Gobierno, las Comunidades y los Ayuntamientos ejercen una presión financiera y fiscal excesiva y porque la maquinaria administrativa es muy lenta y farragosa, sino porque tienen que confluir una serie de elementos dispares para que el proyecto en sí tenga éxito, ya sea una peluquería canina, un restaurante o una panadería. No hay fórmula mágica para el éxito pero en principio, el emprendedor ha de tener, además de mucha suerte, una idea empresarial que cubra una necesidad social lo bastante amplia como para tener un mercado suficiente; una estructura previa bien armada; un compromiso personal con la propia iniciativa lo que le llevará a trabajar 24 horas si es preciso; un buen equipo profesional comprometido y con habilidades complementarias que le ayude… y si tiene todo eso, podrá encontrar financiación, o no. Depende de quién le avale. 

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