El
autoempleo se está convirtiendo en una de las escasas salidas laborales que
deja la crisis, a pesar de las inmensas dificultades y trabas que hay en España
para el emprendimiento. Sin ir más lejos, León es la provincia de la Comunidad en la que más
jóvenes se han convertido en autónomos, después de que el Gobierno aprobara la
tarifa plana de 50 euros para los que se dan de alta por primera vez en este
régimen. Casi 2.900 nuevos emprendedores leoneses se convirtieron en trabajadores
por cuenta propia, un buen dato que, sin embargo, se ve empañado por la escasa
supervivencia de ese autoempleo: muchos no resisten un año.
A
falta de una estructura industrial sólida y de grandes empresas que ofrezcan
alternativas laborales fiables, a los jóvenes leoneses y no tan jóvenes se les
presentan dos alternativas: salir de León y de España en muchas ocasiones o
lanzarse al vacío del autoempleo. ¿Quién no tiene en su propia familia ejemplos
de ambos casos?
Muchos
de los que optan por emprender y arrancan con un proyecto empresarial lo hacen
gracias al instinto que nos hace buscar una salida, en ocasiones irracional,
provocada por un optimismo ciego que hace surgir empresas y negocios sin tener
una base fundamentada y se acepten nuevos retos sin poner en el otro lado de la
balanza los riesgos que se asumen.
Lo
dicen empresarios tan consolidados y exitosos como Jesús Encinar, un abulense
fundador de Idealista.com, el mayor portal inmobiliario de España, al que le he
oído decir que si se hubiera parado a analizar con detenimiento las ventajas e
inconvenientes de su decisión de fundar esta empresa, si hubiera pensado lo que
iba a sufrir y cuánto esfuerzo iba a tener que invertir, jamás lo hubiera
hecho. Con esta reflexión no pretendo espantar a ningún emprendedor en ciernes,
ni echar por tierra las ilusiones de personas que sacan adelante sus pequeños o
grandes proyectos, sino tomar conciencia de que el autoempleo no es la salida
más fácil, al menos en España, donde las trabas al emprendimiento lastran la
competitividad de muchos proyectos frente a sus competidores.
Ahora
mismo invertir en España es arriesgado, no sólo porque el Gobierno, las
Comunidades y los Ayuntamientos ejercen una presión financiera y fiscal
excesiva y porque la maquinaria administrativa es muy lenta y farragosa, sino
porque tienen que confluir una serie de elementos dispares para que el proyecto
en sí tenga éxito, ya sea una peluquería canina, un restaurante o una
panadería. No hay fórmula mágica para el éxito pero en principio, el
emprendedor ha de tener, además de mucha suerte, una idea empresarial que cubra
una necesidad social lo bastante amplia como para tener un mercado suficiente;
una estructura previa bien armada; un compromiso personal con la propia
iniciativa lo que le llevará a trabajar 24 horas si es preciso; un buen equipo
profesional comprometido y con habilidades complementarias que le ayude… y si
tiene todo eso, podrá encontrar financiación, o no. Depende de quién le avale.
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