Que en España se recauda poco y
se recauda mal, es la conclusión más lógica a la vista de los datos e informes que se vienen publicando -seguramente
tampoco hiciera falta contrastar ningún estudio, porque la gran mayoría de la
población así lo estima: pagamos mucho y siempre los mismos-. Pero pensando en
el que lea esta entrada, ávido de información seria, avalada por importantes
organismos e instituciones diremos que según Eurostat, los ingresos públicos en
España apenas llegan al 35% del PIB, muy lejos de la media europea -44,7%-. Es
por eso que el Sr. Montoro
no ve límite a su ansia desmedida de aumentar los impuestos, “hay margen” debe pensar. Sorprende que nuestros vecinos en ese ranking fiscal sean las economías menos desarrolladas, principalmente del Este.
no ve límite a su ansia desmedida de aumentar los impuestos, “hay margen” debe pensar. Sorprende que nuestros vecinos en ese ranking fiscal sean las economías menos desarrolladas, principalmente del Este.
Quizá la valoración del esfuerzo
impositivo del ciudadano no esté dada por la relación PIB e impuestos, que
puede llevarnos a pensar lo del Sr. Montoro, sino a la relación ciudadano e
impuestos. y entonces es posible que nos encontremos con que no se recauda más, no porque haya
pocos impuestos o sean bajos, sino más bien porque no hubiera mucho más que
recaudar -a los que se recauda-, y podíamos preguntarnos si el esfuerzo fiscal está
bien repartido, de hecho en esta clasificación sí estamos entre los de la
cabeza del pelotón, eso sí con los mismos compañeros de viaje de antes, lo que debería hacernos reflexionar
–a mí no que no pinto nada, sino al Sr. Montoro y sus colaboradores- que algo
se cuece en Dinamarca y no huele bien.
Las estimaciones más optimistas
de la Agencia Tributaria organismo serio
donde los haya- nos dicen que existe en España un volumen de economía sumergida
o en negro de más del 24,6% del PIB, a groso modo veinte planes E de Zapatero y algún que otro Renove -ojo al dato, anualmente-. Y a parte del ejercicio mental que supone aceptar que puedan saberlo, ya que se supone escondido, pero
considerando que lo pueden estimar de alguna manera, es razonble que estos submarinistas no
paguen impuestos (al menos los directos y seguramente tampoco las cotizaciones sociales), con lo que esa carga habrá que repartirla entre menos, de ahí
mucho de ese agotamiento ciudadano. Y no hablamos de poco aplicando el porcentaje medio de ingresos públicos estaríamos hablando de más del 9% del PIB, si el déficit a final del año será del 6,8%,la conclusión es clara: tendríamos un superávit del 2,2%. Bien es verdad que duraría poco porque algún político buscaría la forma de gastarlo.
Seguramente lo más fácil es
aplicar la receta al que está fichado (trabajadores y empresas) en forma de nuevos impuestos y tasas,
pero esa no puede ser la solución, ha pasado ya media legislatura y un punto
tan crucial como este -el diseño de una estrategia fiscal favorable para el
crecimiento- tampoco está entre las contadísimas reformas que se han emprendido
y que sí suponen un impulso fundamental para la economía y el bienestar social.
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