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jueves, 5 de mayo de 2011

Del Madrid, del Barca y las cifras del paro

Yo creo que puedo escribir algo sobre el paro y los clásicos futboleros de estos días -con ellos ha pasado algo como en las Navidades, todo el mundo las espera con ansia plena, hasta que llegan, y sólo queremos que pasen-. Espero que nadie lo vea como fuera de lugar, habida cuenta de lo terrible de la situación de aquellos que sufren el desempleo. Para ellos mi apoyo.

Hace apenas unos días nos desayunábamos con la terrible noticia de que el volumen de desempleados alcanza los cinco millones, para ser más exactos 4,9 millones, según la EPA en el primer trimestre del año, que cuadra bastante con los datos de INEM si añadimos los DENOS (aquellos que por maquillaje estadístico salen de las listas oficiales como los que están realizando algún curso de formación por ejemplo).
Ya hablamos en otras entradas a este blog de la dudosa reforma laboral y de sus consecuencias en la contratación -entre una y ninguna-; y de la no ya necesidad, sino urgencia de retomar con valentía las medidas adecuadas para romper con esta lacra que contagia a la sociedad en forma de desempleo. No vamos a repetirnos más, pero lo cierto es que no puede entenderse que una economía más o menos desarrollada (al menos hasta el 2008 lo éramos) tenga una tasa de paro propia de otras latitudes y de países bananeros, torticeros o choriceros.  Algo o más bien mucho, está fallando en esta sociedad del bienestar y no somos capaces de encontrar las claves para revertirlo.
Ayer el INEM publicaba sus datos los oficiales, que dicen que en el mes de abril el paro descendió en más de 64.309 personas para situarse en 4.269.360 desempleados: ¿albricias? No, desde luego que no. Hay que profundizar un poco en ese dato para darnos cuenta que no es lo que parece. En primer lugar la Semana Santa, a pesar de las inclemencias del tiempo, cayó en el mes de abril y se refleja en las altas propias de esa situación, principalmente en el sector de servicios (turismo) y en la duración de los contratos (eventuales y temporales). Ello ha producido un incremento en el número de afiliados a la S.S. de 81.447 (65% hostelería).
Desestacionalizado el periodo, es decir sin tener en cuenta las fiestas, el paro habría aumentado en 7.100 nuevos desempleados. Pero por otro lado hay que apreciar de los datos publicados por el INEM que se sigue destruyendo empleo: 126.935, un 3,06% anual. Como se puede comprobar las alegrías, felicitaciones y augurios de cambios de tendencia del Gobierno habrán de buscar otros fundamentos que los que arrojan las cifras del Ministerio.
La situación actual me recuerda a lo acontecido en futbol a lo largo de esta serie de clásicos. Un equipo trata de hacer lo que sabe hacer y el otro lo que le dejan, esperando una oportunidad en un desfallecimiento o un cambio de situación que la propicie. Unos quieren llegar a una meta y trabajan para ello, otros quieren llegar al mismo sitio mediante el cambio adecuado del entorno. Y algunas veces funciona, ahí está la Copa para demostrarlo. Pero son victorias que a la postre tienen cierto amargor, porque no se sabe muy bien las razones de ese triunfo, o si fué mérito de uno o demérito del otro. La alegría del corto plazo pasa y deja una sensación de ignorancia y desconocimiento ante el futuro.

Con el desempleo pasará algo parecido, es posible que en un periodo de tiempo razonable y manteniendo lo que se está haciendo en la actualidad (nada), descienda nunca a los niveles de mediados del dos mil, desde luego que no, pero descenderá. Las causas, unos dirán que si la restructuración del modelo, otros la reforma, otros la competitividad, otros los mercados exteriores y así hasta el infinito. Pero seguiremos sin estar preparados para enfrentarnos con garantías a los retos del futuro.

Yo, generalmente ante un problema prefiero ser parte de la solución -al menos la parte importante-, a que esta dependa de muchos otros independientes y ajenos a mi voluntad: así independientemente del resultado y para bien o para mal (porque a veces manifiesta mi incompetencia) es fácil analizar las causas y obrar en consecuencia. Si el resultado no depende de mí, o no sólo (que si del réferi, de Mesi o de Puyol o de un mal día de Xabi), lo más lógico es que el resultado no sea el deseado (en este caso eliminado), luego “se te queda cara de tonto” (Casillas) y lo peor es que nunca sabrás cómo mejorar: “¿porqué?” (Mourinho).


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