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viernes, 27 de mayo de 2011

La sobresaturación municipal



Es frecuente que se alcen voces sobre el déficit público y las formas que hay para recortarlo, suele ser muy común que se revisen los agujeros negros de las finanzas públicas especialmente en los compromisos estructurales como es el caso de los gastos municipales y autonómicos. En concreto sobre los primeros se suele argumentar que existe un número demasiado elevado que conlleva unos gastos fijos inasumibles en la situación actual, y por lo tanto habría que ir reduciéndolos.

Parece lógico pensar que una estructura política materializada por el paso de los años o siglos  en unos municipios más o menos amplios, hoy cuando la distribución de la población ha cambiado y sus necesidades también, concentrándose principalmente en núcleos urbanos, fruto del abandono de las zonas rurales, demande una redefinición del complejo administrativo territorial especialmente en aquellos puntos donde la despoblación ha sido más intensa. En España hay 8.114 municipios (INE), de los que el 60% tienen menos de  1000 habitantes (4.862) y de ellos 1.058 no tienen siquiera 100. En total estos municipios apenas concentran el 3,2% de la población nacional. En plano provincial la tendencia es aún más dramática por ser esta una provincia eminentemente exportadora de mano de obra a otras regiones. La despoblación geográfica se aprecia no sólo en la densidad de la provincia (32,11 hab/km2 frente a los 92,3 hab/km2 del conjunto del estado) sino en la propia distribución poblacional, así existen 211 municipios pero el 40% de la población se ubica en dos de ellos: León y Ponferrada. En el lado opuesto el 24,1% de la población se agrupa en 177 municipios que representa el 86% del total de municipios leoneses.
Pero además el tamaño no es la única razón que sustenta la reducción del número de municipios. En economía la dispersión supone costes de ineficiencia, las economías de escala no son un milagro exclusivo de las empresas, es aplicable a cualquier escenario u organización. Un municipio pequeño dispone de unos recursos limitados a su tamaño, con lo que muchos de los servicios propios que ha de ofrecer adolecen de calidad o profesionalidad; o como no podía ser de otro modo, de un coste superior al de otros mayores que al final repercute en el bolsillo de los administrados. Los recursos son escasos y han de destinarse a demasiados fines con lo que existen tres posibilidades o bien no se ofrece ese servicio, o se aplican tasas superiores o se financia. La mayoría de los ayuntamientos optan por un mix de las dos últimas, suben los impuestos y se endeudan.
Pero además la gestión municipal, la de sus alcaldes y concejales deja mucho que desear, suele ser “amateur”, a tiempo parcial y secundarias, ya que en el mejor de los casos, pensando en la ética y moralidad de los representantes, tienen que ganarse la vida con otro oficio.
No es un tema exclusivo de un país, a nuestro alrededor otros ya han recortado el número de municipios: Dinamarca, Islandia o Grecia así lo han hecho. No es una decisión baladí, para el promotor y su partido conlleva un coste político porque en cada municipio se alojan muchos afiliados a los que habría que buscarles una nueva colocación y desgraciadamente eso no es tan fácil.

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