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miércoles, 11 de mayo de 2011

Expectativas y crisis. El vendedor de perritos calientes.

Érase una vez un hombre que vivía muy cerca de un importante cruce de caminos. Todos los días a primera hora de la mañana instalaba un puesto en el cual vendía bocadillos que él mismo horneaba. Como padecía de sordera y su vista no era muy buena, no legía la prensa, ni venía la televisión, pero eso sí, hacía unos bocadillos exquisitos.
Meses después alquilo un pequeño local, lo adornó con un gran letrero de colores y cada rato salía a la calle a gritando a pleno pulmón: ¡compre deliciosos bocadillos caliente! Y la gente compraba cada día más y más.
Aumentó la compra de materia prima, alquiló un local más grande y un poco mejor ubicado:  sus ventas se incrementaron día a día. La fama aumentaba y el trabajo era tanto que decidió llamar a su hijo, un importante directivo de la gran ciudad para que le ayudara a dirigir el negocio.
A la llamada del padre su hijo respondió: ¿Pero papá no escuchas la radio, ni lees los periódicos, ni ves la televisión? Este país está atravesando una gran crisis, la situación no es mala es aún peor. El padre angustiado pensó: si mi hijo tan cultivado él, que trabaja en la gran ciudad y además lee los periódicos todos los días (y a veces varios) y escucha la radio, y tiene contactos importantes, debe saber de lo que habla. Así que colgó el teléfono, e inmediatamente se puso a revisar los libros de contabilidad, analizó los costes y decidió apretarse el cinturón: para empezar compró menos pan y más barato, luego fue pasando al resto de los componentes con idéntico resultado, luego le tocó el turno a las promociones y a la comunicación. Así muy ufano él decidió afrontar la situación. Pero poco a poco al principio y más tarde como una avalancha su fama y las ventas empezaron a caer. Pasaron algunos meses cuando tuvo que desmontar el precioso letrero de neón, abandonó un local y luego el otro, desempolvó su viejo puesto de vendedor de todo y fue entonces cuando se decidió a llamar a su hijo para contarle lo sucedido.

¡Tenías mucha razón, verdaderamente estamos atravesando una gran crisis!

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