Etiquetas

cuentos (15) dirección (34) ecología (3) economía (110) energía (7) exterior (19) innovación (20) laboral (39) León (53) Noticias (88) política (70) tendencias (39) turismo (10)

martes, 3 de mayo de 2011

Dirección estratégica. Una catedral


Corren los años oscuros en Europa, estamos en el 1.256, en una ciudad floreciente del Camino de Santiago, pudiera ser León, a la que llega un curioso peregrino. Es una ciudad bulliciosa, el mercado muestra claramente su abundancia, una ciudad rica, podríamos decir.
La alegría, el bullicio y la laboriosidad inspiraron en el alma del caminante una sensación de alegría.
El recorrido le llevó a un lugar donde el movimiento era aún mayor: el ajetreo era continuo, unos portaban herramientas, otros piedras y todo tipo de materiales de construcción., tal era el desconcierto del peregrino que acercándose a uno de ellos se presentó y le comentó lo siguiente: “hola soy extranjero en la ciudad, peregrino del apóstol, es sorprendente tamaña actividad, acaso podría decirme ¿qué está haciendo? A lo que le contestó que se encontraba tallando una piedra que se convertirá si el arte y mis manos no me fallan, en la figura del Bautista. El extraño le preguntó de nuevo: ¿Y tienes mucho trabajo? “Muchísimo, más del que pueda realizar en vida, y también lo tendrán mis hijos y sus hijos, si continúan con el oficio”.
Casi codo con codo, se encontraba otro trabajador, que se que se ocupaba de la fabricación de grandes bloques. ¿Tienes mucho trabajo, ganas dinero? Sí, no me quejo. Ganaré dinero mientras viva y lo tendrá mi hijo, este mozo que está a mi lado aprendiendo este oficio. Y de nuevo inquirió a otro, que le respondió en términos similares que estaba construyendo un arquitrabe. Así uno tras otro, tal era la curiosidad del peregrino y la belleza de las labores que contemplaba: una espléndida vidriera, una primoroso arbotante, una terrorífica gárgola,…
Hasta que se topó con un muchacho, absorto en su tarea, picando una piedra con un pesado mazo. Y tú ¿qué estás haciendo?. El joven interrumpió su trabajo, se incorporó, apoyó la herramienta sobre el costado, a modo de mayor, se quitó la gorra, se secó el sudor de la frente y con mirada penetrante le contestó con mucho orgullo:
“Yo señor estoy haciendo una catedral”.
Mi agradecimiento para D.Luís Peréz Carretero, que me lo contó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario