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miércoles, 6 de abril de 2011

Dos cosas hay el León que los las tiene...


Imagen de Leonoticias.com

Pero mira que es feo. ¡Qué desagradable! Ayer se inauguró la colección de moscas y un bicho -porque no creo poder clasificar dentro de los equinos ese mojón pinchado en un palo metálico- que encima no se sostiene y necesita una grúa Palfinder. Todo en un marco muy tradicional vamos muy dado al arte moderno y cual árbol de navidad ir rellenando de motivos, todo muy concentrado para que haga piña con otro el otro engendro que simula o quiere al dios Eolo -más bien sería al hombre de los mocos-. Hay que reconocer que la hazaña de reunir en un mismo parque temático tanta mitología, llevó tiempo. Hubo de solventar juicios de valor, gustos y hasta improperios,- pero el tiempo que da y quita razones, obró el milagro de ver tamaña colección de despropósitos juntos.  De nada valieron los esfuerzos por aplazar tamaño ridículo, escondiendo la "obra". Al final apareció, y cual resucitado emitiendo una luz cegadora. Menos mal que la mayoría de las moscas se guardan en un habitáculo, casi escondidas, ajenas al transeúnte  despreocupado.

En una estadística publicada en un diario digital señalaba el curioso honor de nuestra provincia, que tiene entre su patrimonio dos de las esculturas más feas de todo el estado como dirían nuestros políticos o "del mundo mundial" como diría mi hijo/a (es que son mellizos). Curioso orgullo el nuestro al que hay que sumar una nueva, o más bien una batería de ellas.

Aceptando que el arte supone subjetividad y que cada uno tienen su propio gusto y es libre (amparado por la Constitución y todos los Derechos inherentes al hombre de todas las declaraciones en vigor), todos y cada una de esas esculturas son sustancialmente feas, horribles y monstruosas. No valoro la capacidad del "facedor" del ingenio, no puedo llamarle artista (como me pasa con muchos otros que he visto en el MUSAC), pero sí del resultado. La originalidad puede ser transgresora, aunque no toda, requiere de un punto, de un fin que el receptor pueda captar. Y eso es lo difícil, lo sublime, todos podemos hacer algo diferente, auténtico y original, pero eso no nos convierte en artistas, ni al resultado tampoco. Hoy en día el arte ha de explicarse, es dificil visitar una colección en nuestro museo de arte contemporáneo y entender, es cierto que depende de lo fino de nuestra sensibilidad y que puede afinarse, también a garrotazos se te endurece el espaldar y acaba por no dolerte. Necesitas una guía que trasmuta la idea de lo que tienes delante en un sinfín de conceptos pseudofilosóficos demagógicos e infantiles a los que cada visitante asiente  miméticamente con el resto.

El arte no necesita explicación. Porque nadie puede explicarlo, o está o no está. No tienen nada que ver Dalí con Montegna, y ambos te atrapan, da igual el trazo, la profundidad, la simbología, tienen algo. 
Las moscas, el unicornio, el bicho que sopla, la lola de los puertos, la pobre familia de Burgo Nuevo, o el monumento a los ajusticiados son muestras horrorosas de lo que puede llegar a hacer  un politiquillo venido a más.

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